lunes, 21 de febrero de 2011

#59

Si eres la lluvia

que riega la flor de los almendros,

la que limpia

los bosques más oscuros,

la que inunda

los páramos vacíos,

la que calma

los aullidos de las bestias,

con la que sueñan

los náufragos sedientos.

La gota que duerme

en el cristal de mi ventana,

la piel de plata

que cubre con su manto las aceras,

la que llueve a sol y sombra,

la que me llueve dentro.

Si eres ella,

si eres tú,

por favor, por favor,

dame de beber.

viernes, 18 de febrero de 2011

#58

Un día, con doce años, Adrián salió de su habitación con un cordón negro en el cuello a modo de colgante. No tenía ninguna joya ni adorno, a excepción de una serie de nudos repartidos por toda la extensión de la cuerda. Sus padres le preguntaron al respecto, pero él se encogió de hombros y sin dar más explicaciones, dijo que le gustaba.

Desde entonces, todos y cada uno de los días de su vida llevó aquél cordon negro con nudos al cuello. Varias personas quisieron saber el por qué de tan extraño adorno, pero él siempre daba una respuesta parecida. Nunca le explicó a nadie el tema del cordón, y tal vez no tenía nada que explicar. Sin embargo, aquellos que llegaron a conocerle el tiempo suficiente se dieron cuenta de que muy de vez en cuando, el número de nudos disminuía. Sencillamente un día había un nudo menos que el día anterior. Por supuesto, aquellos que lo notaron sabían a esas alturas que preguntar era algo inútil, así que no lo hicieron.

La vida de Adrián fue como tantas otras. No fue una vida digna de una novela de aventuras, ni mucho menos. Tuvo sus éxitos y sus fracasos, por supuesto. Más fracasos que éxitos, como suele ser habitual, pero fue una vida al fin y al cabo. Tampoco vivió demasiado.

Lo único sorprendente fue que cuando le encontraron muerto en su cama, se dieron cuenta de que el cordón de Adrian descansaba liso, sin un solo nudo, sobre su cuello sin vida.

martes, 15 de febrero de 2011

#57

Bien pensado,

cuando pierdes siempre

ganar debe ser un incordio.

Imagínense el panorama.

Cambiar los cartones

por el champagne,

el humo por la colonia,

la cama vacía

por el ardor en la piel.

Los bares por el amor,

el blues por el vals.

Pero por si acaso,

háganme el favor:

ni se les ocurra

mencionarme el destino

si no es para hablarme

de la puta de su madre.

domingo, 13 de febrero de 2011

#56

El corazón en estado de sitio,

en huelga de hambre.

Las nieves perpetuas

del ventrículo derecho,

las arenas del izquierdo.

El soplo convertido en huracán.

La arritmia habitual

y la aorta desangrante.

El corazón esperando un pálpito,

sólo uno.

Pero roto no, eso no.

Eso nunca.

domingo, 6 de febrero de 2011

#55

De hoy no se salva nada ni nadie,

ni un solo segundo.

No se salva ni Cristo, ni estos versos.

De hoy no salva ni quien pueda.

De hoy sólo queda esperar

a que sea mañana,

para que hoy sea ayer

y podamos salvarnos.

miércoles, 2 de febrero de 2011

#54

Querida querida:


no escribo para confesarme,

ya sabes que eso nunca me ha hecho falta.

Es más por continuar

con esa afición mía de molestar

que tanto te molestaba.


¿Recuerdas el jarrón de porcelana

que tu gata rompió aquella noche?

En realidad me desperté con ganas de fumar

y no quise encender la luz.

Ya sabes, es un incordio.

Así que supongo que fui yo

quien chocó contra la mesilla.


¿Y cuando compraste aquel vestido rojo,

tu favorito, y me preguntaste

si te hacía gorda?

Te dije algo así como “estás preciosa,

que suerte que seas mía”.

Espero que no me creyeses.

Te hace poco menos que una foca.


Ah, y otra cosa.

¿Te acuerdas de cuando mirándote a los ojos,

te sonreía y murmuraba un “te quiero”?

Era mentira.

Es que lo vi hacer muchas veces

en las películas de Hollywood,

y siempre creí que sería un buen actor.


Nada más.


Te quiero, yo.

(Vaya, lo siento. He vuelto a hacerlo.)

martes, 1 de febrero de 2011

#53

…Ya ve, señora, entre los taxistas hay de todo. He visto compañeros llevar a gente que lo necesitaba sin cobrarles un duro, y a otros dar una vuelta por toda la ciudad a unos pobres despistados. Pero eso no quiere decir que todos seamos unos timadores ¿eh?. No vaya usted a llevarse esa impresión. Yo mismo he ido a recogido gente que por una cosa u otra no me salían rentables, pero me daba pena dejarles en la calle, muriéndose de calor o de frío según fuese la estación del año. Y sin embargo, por muy bueno que seas todavía hay gente que no quiere dejarte trabajar, ¡incluso dentro del mismo gremio! Será cosa de la crisis, pero no vea los problemas que he tenido yo con otros taxistas. ¡Como si por tener narcolepsia no tuviese derecho a un curro digno! ¿Qué, cómo dice? ¿Que la deje aquí? ¡Si está a más de veinte minutos andando de la dirección que me indicó! ¿Seguro? Bueno, bueno, son tres con cuarenta. Aquí tiene. Buenas tardes.

(Puerta que se cierra)

De verdad, la gente cada día está más loca.