miércoles, 4 de enero de 2012

#68

En el momento en que lo dije, ella me miró como se miraría a un monstruo horrible. Duró un instante, pero pude ver en sus ojos el espanto y la confusión propias de quien presencia una aberración insoportable, como si aquello fuera lo más horroroso que alguien puede concebir. Después siguó hablando como si nada, pero a mí me basto para entender todo de golpe. Nadie llegará nunca a comprender a nadie. Nadie llegará jamás a entender el por qué de otro. Y nosotros, estúpidos hasta el extremo más ridículo, vagamos por el mundo con los pelos erizados y los dientes apretados de rabia porque pensamos que el mundo no nos comprende. Somos nosotros los que no comprendemos al mundo, los que no entienden nada. Los que siguen buscando desesperadamente algo que entender.