martes, 19 de octubre de 2010

#5

Cuando decidí recurrir al saber popular,

resultó que más vale el sol de Antequera

que pájaro en mano,

que la sarna pica siempre,

me congelé a pesar de ver

al grajo volando bajo,

y mis tres pobres tigres

siguieron siendo los más tristes del trigal.

Menos mal que a quien madruga,

Dios le ayuda.

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