miércoles, 27 de octubre de 2010

#16

Por mucho que lo intentó, Gabriel nunca llegó a ser escritor. Y no es que no tuviese buenas ideas o no fuese capaz de expresarse de una manera correcta, hasta bonita. El problema de Gabriel era infinitamente más grave: hiciese lo que hiciese, sus protagonistas acababan suicidándose. Daba igual la situación inicial, que el protagonista estuviese locamente enamorado o que fuese rico, el final siempre era el mismo. Por norma general optaban por un tiro en la cabeza, pero también se habían dado caso de ahorcados, saltos desde un quinto o lanzamientos contra autobuses varios.

Tras intentarlo una y mil veces (todas con funesto resultado), un montón de médicos, psicólogos y fármacos, la frustración de no poder alcanzar su sueño acabó siendo demasiado grande: Gabriel agarró un revolver, se sentó en la azotea, se rió una última vez y apretó el gatillo.

Fue justo en el momento en que la bala le atravesaba el cráneo que se dio cuenta de que en algún lado existía alguien con el mismo problema que él.

3 papeles encontrados:

Irene dijo...

Cuánta rabia da darse cuenta de las cosas cuando ya no tienen solución.

Menos mal que otras veces se tiene más suerte que Gabriel ^^

Orofëa dijo...

recursividad. me encanta. no acabes como tu protagonista, anda

Desilusionista dijo...

Irene, el problema es que no siempre te das cuenta antes de meter la pata. Pero eh, si todo el mundo hiciese todo bien, menudo aburrimiento :P

Oro, te ha salido la vena físico/informático de una manera descarada xD Tranqui, haré lo que pueda ;)

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